La oxidación es uno de los principales factores responsables del deterioro del lubricante en entornos industriales. Este proceso, que implica una reacción química entre las moléculas del aceite base y el oxígeno presente en el aire, puede desencadenar cambios adversos y permanentes en las propiedades del lubricante.
Cuando esto sucede, el fluido deja de cumplir bien su función, generando problemas que van más allá de la simple pérdida de rendimiento.
Este fenómeno sucede especialmente en sectores como el metalúrgico, donde las altas temperaturas generan un entorno propicio para este proceso, o en la industria alimentaria, donde la humedad y el oxígeno presentes durante las operaciones de limpieza pueden acelerar la degradación del aceite.
Otro ejemplo claro es el sector de generación de energía, donde los sistemas hidráulicos y las turbinas están expuestos constantemente al calor y al aire, aumentando considerablemente el riesgo de oxidación.
Por qué la oxidación es una preocupación
La oxidación es el principal enemigo de cualquier lubricante sometido a las condiciones habituales de servicio y exposición ambiental. Más allá de la degradación del aceite, este proceso también puede generar corrosión en los componentes, aumentar el riesgo de formación de barnices y lodos, y reducir la vida útil de la maquinaria.
Por ello, comprender qué causa la oxidación y cómo prevenirla es crucial. Factores como el calor, la humedad, la presencia de metales reactivos y el aire actúan como catalizadores que aceleran este proceso. Para mitigar estos efectos, es crucial implementar controles específicos:
- el calor puede contrarrestarse mediante sistemas de enfriamiento eficientes,
- la humedad mediante deshumidificadores o sellos adecuados,
- y la contaminación por metales mediante la filtración avanzada y el uso de aceites con propiedades inhibidoras de la oxidación.
Ignorar estos elementos puede derivar en un aumento significativo de los costes operativos y una reducción de la eficiencia del equipo.
Efectos de la oxidación en el lubricante
Un aceite sometido a oxidación sufre transformaciones químicas que afectan su rendimiento. Inicialmente, los aditivos antioxidantes trabajan para mitigar el proceso, pero su agotamiento provoca que el aceite base comience a descomponerse. Esto se traduce en un aumento de la viscosidad y del número ácido (TAN), además de la formación de lodos y corrosión.
El impacto es particularmente crítico en aplicaciones donde el aceite está expuesto a altas temperaturas, contaminantes o metales reactivos. Por ello, optar por lubricantes de base sintética con altos índices de viscosidad y paquetes de aditivos antioxidantes es un importante para prolongar la vida útil del aceite y proteger los equipos.
La tasa de oxidación y los cambios de aceite
El impacto de la oxidación en la frecuencia de cambio de aceite depende de dos factores principales:
Degradación de los aditivos antioxidantes: cuando estos comienzan a agotarse, la oxidación se acelera. Si las condiciones operativas (temperatura, contaminación, presión) se mantienen constantes, la tasa de oxidación será lineal. Sin embargo, cualquier desviación puede aumentar drásticamente esta tasa.
Composición molecular del aceite base: la estabilidad oxidativa del lubricante y el historial del equipo son determinantes para establecer intervalos óptimos de cambio. ¡Aquí es donde el análisis de aceite entra en juego!
El análisis del lubricante como herramienta clave
Al igual que un médico diagnostica una enfermedad antes de que se agrave, el análisis de aceite actúa como una herramienta de diagnóstico temprano. Mediante pruebas técnicas como la espectroscopía FTIR o el análisis del número ácido (TAN), se detectan cambios químicos en el aceite que revelan procesos iniciales de oxidación.
Estas pruebas ofrecen una visión precisa sobre el estado del lubricante, permitiendo tomar decisiones fundamentadas para prevenir daños mayores en los equipos.
Inspecciones preventivas: durante las tareas rutinarias de mantenimiento, los operadores pueden buscar señales visibles de oxidación, como cambios en el color o claridad del aceite o un olor desagradable. Estos indicadores iniciales son clave para actuar a tiempo.
Pruebas de laboratorio: el análisis químico ofrece una perspectiva detallada del estado del lubricante. Las pruebas de rutina incluyen:
- Viscosidad.
- Número ácido (TAN).
- Espectroscopía infrarroja por transformada de Fourier (FTIR).
Por otro lado, pruebas más específicas, como la voltametría de barrido lineal, que mide la reactividad química de los antioxidantes presentes en el lubricante, y las pruebas de oxidación en recipientes de presión rotativos (RPVOT), que determinan el tiempo que tarda un aceite en oxidarse bajo condiciones controladas de presión y temperatura, ayudan a evaluar el nivel de oxidación en casos críticos.
La oxidación es un enemigo silencioso que afecta directamente la eficiencia y vida útil de los lubricantes industriales. Entender cómo actúa y utilizar herramientas como el análisis de aceite es esencial para determinar la frecuencia de cambio de aceite y, en última instancia, garantizar el óptimo rendimiento de los equipos.
En LUFILSUR, contamos con una amplia gama de fluidos anticorrosivos, que comercializamos en Andalucía y Extremadura. Además, ofrecemos asesoramiento técnico para la lubricación y el mantenimiento de la maquinaria que se emplea en los diferentes sectores industriales a los que dirigimos nuestra actividad.
Ahora también puedes adquirir nuestros productos a través de nuestra tienda online.
Si tiene interés en nuestros productos y/o servicios, no dudes en ponerte en contacto con nosotros. Estaremos encantados de ayudarte.