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¿Aire comprimido limpio y eficiente? La clave está en la gestión del condensado

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En los sistemas de aire comprimido, la presencia de condensación es un fenómeno inherente y, en muchos casos, inevitable. El aire comprimido, al enfriarse, libera el vapor de agua que contiene en forma de condensado. Su gestión es crucial el correcto funcionamiento de estos sistemas. 

El vapor de agua es la forma predominante de agua en la atmósfera. En condiciones normales, el aire contiene cierta cantidad de vapor de agua, incluso si no es visible a simple vista. Durante el proceso de compresión, el aire se calienta y luego se enfría al pasar por tuberías, mangueras y válvulas.

Se produce un intercambio de calor con el entorno, lo que conduce a un enfriamiento gradual. A medida que el aire se enfría y se acerca a la temperatura ambiente, la capacidad de retención de vapor de agua disminuye, produciéndose la condensación del vapor de agua en forma de líquido.

Impacto de la condensación en los sistemas de aire comprimido

Pero la preocupación por la calidad del aire, va más allá de la humedad. Además de esta, existen diversos contaminantes que pueden comprometer el rendimiento y la integridad del sistema. Entre ellos se encuentran residuos de aceite lubricante provenientes de compresores lubricados, gases corrosivos atraídos durante la compresión, aerosoles, vapores, partículas sólidas y óxido acumulado en las tuberías, contenedores y el propio compresor de aire.

Por todo esto, la gestión efectiva de la condensación en los sistemas de aire comprimido es crucial para evitar los diversos problemas que pueden surgir, entre los que se encuentran:

  • Corrosión: el condensado, al ser agua, promueve la corrosión en las tuberías, componentes y equipos, lo que reduce su vida útil y aumenta los costes de mantenimiento.

  • Erosión: el flujo de condensado puede erosionar las paredes internas de las tuberías y provocar fugas, además de dañar los componentes neumáticos.

  • Disminución de la eficiencia: el condensado en el aire comprimido reduce su capacidad de secado, lo que afecta negativamente la eficiencia de las herramientas y equipos neumáticos.

  • Problemas de funcionamiento: el condensado puede congelarse en climas fríos, obstruyendo tuberías y válvulas, lo que genera interrupciones en el funcionamiento del sistema.

  • Contaminación del producto: en aplicaciones donde el aire comprimido entra en contacto con productos puede contaminarlos, provocando fallos y mermas.

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Tratamiento del condensado

Para hacer frente a estos problemas, es importante establecer un proceso de tratamiento adecuado, que comienza con la extracción inicial del condensado, que suele contener una alta concentración de contaminantes. La segunda etapa pasa por el filtrado para eliminar aerosoles líquidos, gotas y partículas microscópicas.

Finalmente, se lleva a cabo el secado del aire, que reduce la humedad residual del aire comprimido, asegurando así su adecuada calidad y evitando la corrosión y otros problemas asociados.

Con el tratamiento del sistema de aire comprimido, se garantiza un suministro de aire limpio y se prolonga la vida útil de los equipos, asegurando un funcionamiento óptimo y libre de problemas.

Métodos de gestión del condensado

Existen diversas estrategias para gestionar el condensado de manera efectiva en sistemas de aire comprimido, que pueden ser automáticas o manuales. 

Separación mecánica

  • Trampa de condensado: son los dispositivos más comunes. Funcionan mediante mecanismos automáticos o manuales para drenar el líquido del sistema en función de la diferencia de densidad entre el aire y el agua. Existen diversos tipos de trampas, como las de flotador, temporizadas y de descarga cero.

  • Separador de aceite-agua: en sistemas donde se utiliza lubricación con aceite, es crucial separar el aceite del condensado antes de su eliminación. Los separadores de aceite-agua emplean métodos como la coalescencia o la filtración para atrapar las partículas de aceite y permitir el paso del agua libre de aceite.

Secado del aire

  • Secadores refrigerantes: reducen la temperatura del aire comprimido por debajo del punto de rocío, lo que provoca la condensación y posterior eliminación del vapor de agua. Son ideales para climas húmedos o aplicaciones que requieren aire seco.

  • Secadores desecantes: utilizan materiales desecantes absorbentes para eliminar la humedad del aire comprimido. Son más eficientes que los secadores refrigerantes en climas secos y aplicaciones de baja humedad.

Tratamiento y reutilización del condensado

  • Tratamiento: en algunos casos, el condensado puede tratarse y reutilizarse para aplicaciones como riego, limpieza o alimentación de calderas. El tratamiento implica la eliminación de contaminantes como aceite, sólidos y metales pesados.

  • Reutilización: la reutilización del condensado tratado ofrece beneficios ambientales y económicos al reducir el consumo de agua fresca y la generación de aguas residuales.

Al comprender la naturaleza de la condensación y su impacto en el sistema, podemos tomar medidas proactivas. Si bien es imposible evitar completamente la formación de condensación, es posible controlarla y minimizar sus efectos negativos utilizando métodos de separación mecánica y drenaje adecuados

Imagen portada de fanjianhua en Freepik

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